7.04.2009

Freemason and Priest (Spain)


(...) Unas líneas me manda hacer. Bastante, que en mi vida me he visto en tal aprieto. O dicho de otro modo: unas líneas me manda hacer Vidal, que en mi vida me he visto en otra tal. Las hago, claro está, de mil amores porque estos dos puñeteros son amigos míos, y les quiero con toda mi alma, y ellos lo saben; pero creo que su confianza en mí sobrepasa de muy largo los límites de la razón humana y están esperando que de estas líneas salga algo que no puede salir: cualquier cosa morbosa, dentelleante, singular al menos, que ponga de los nervios a las hienas vultúrido-cigóñicas que aguardan cada noche ahí abajo, en el Foro, el poco de carroña en que hincar sus dientecillos fascistas, fanáticos, tantísimas veces ignorantes y sobre todo maleducados.

Temo que voy a decepcionar a mis amigos. Y a los fachas. Soy Masón, desde luego. Mi Taller, o Logia, está encuadrado en la Gran Logia Simbólica Española, que es una muy bien nutrida Obediencia Masónica liberal, adogmática y laica. Pero soy muchas otras cosas además de Masón, y gracias a una de ellas fui invitado, el pasado día 29, a la celebración de la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo en la Nunciatura Apostólica de Madrid (la Embajada del Estado Vaticano), cuyo titular es un hombre al que sinceramente aprecio: Manuel Monteiro de Castro.

Estoy absolutamente convencido de que no es, ni mucho menos, la primera vez que un Hermano Masón acude a esa fiesta. Buenos estaríamos si así fuese. Tampoco es la primera vez que voy yo. Pero debo admitir que la última vez que fui honrado por la invitación del buen embajador Monteiro fue hace ya bastantes años, y por entonces yo no pertenecía aún a la Fraternidad que tan feliz me ha hecho y me hace. Así que en esta ocasión se me planteó, en casa y a las seis de la tarde, un leve, levísimo, hasta divertido problema de atuendo. En el ojal de la chaqueta del traje que pensaba usar está prendido desde hace mucho tiempo un diminuto pin de oro (cuando yo era chaval, a estas cosas les llamábamos insignias; en fin) en el que aparecen, conjuntados a la manera del Tercer Grado de mi Orden, dos de los símbolos que yo más quiero: la Escuadra, que simboliza la rectitud moral y la conciencia del ser humano, y el Compás, que representa el Espíritu, la Inteligencia y la voluntad de Justicia que debe alojar en su corazón cualquier Masón. (...)

Quoted from http://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2009/06/30/un-mason-en-nunciatura...